El aire se ha congelado y así también yo congelo cada latido, muerte súbita. La primavera se extinguió en mi mundo y el sol, como buen secuaz, apagó su lumbre en el horizonte de mi ser. El cielo sobre mi cabeza se derrumba formando gotas que como lágrimas se mezclan con la lluvia que brota de mis ojos. No sé por qué lo hiciste ni, mucho menos, por que lo hice yo. Es muy cierto lo que dice Sabina: "El amor, cuando no muere, mata. Porque amores que matan, nunca mueren".
He aquí un escrito que hace meses inspiró mi mente, tornándola en un remolino de emociones que, de alguna manera, sabía que iban a terminar en el olvido.
Y de mis ojos brotaban gotas de rocío que tu partida provocó. |
"Si alguna vez, alguien
derrama una lágrima por ti, mientras te despide en el aeropuerto; si esa
persona no te quiere dejar ir, y te abraza y te besa repetidamente; si
cuando por fin te suelta, te sigue lanzando besos desde el automóvil,
baja la ventanilla y te sigue despidiendo y no avanza, a pesar del
insistente pitido del policía que le dice que se mueva, (entonces) tú has
experimentado uno de esos momentos por los que tu vida valió la pena.
Si alguna vez,
alguien te llamó por teléfono desde el aeropuerto para decirte que está a
punto de abordar un avión, pero quería despedirse de ti; y sigue
hablando y hablando contigo hasta que ya sentada en su asiento le piden
que apague el teléfono y aun después de haber cortado la llamada todavía
te manda un mensaje de texto diciendo que te va a extrañar mucho; (entonces) ya
experimentaste algo que muy poca gente ha sentido.
Si
alguna vez, alguien se pone visiblemente nerviosa por tu simple
presencia, si alguien te dijo que sintió mariposas en la panza al verte,
o si tú has sentido lo mismo por alguna persona, considérate dichoso,
pues has experimentado uno de los muy pocos sentimientos por los que
vale la pena haber pasado por este mundo.
Considera
que mucha gente, pasará por este mundo, inspirando nada más que miedo,
tristeza, odio, lástima, o peor aún, nada, en la gente que lo rodea.
Considera cuanta gente vive inmersa en la terrible monotonía que como
sarro crece poco a poco en el corazón.
Cuanta
gente, no ama ni es amada. Cuanta gente vive resignada en la costumbre,
cuantas personas están con otros, simplemente porque es lo que más les
conviene.
De tal
forma que si en el devenir de tu vida, hiciste alguna locura que te
llevó a que alguien te extrañe tanto como para que la separación cueste,
debes de pertenecer a un muy restringido porcentaje de gente, que hizo
que todo aquello valiera la pena. Eres alguien que hizo que otra persona
lo amara, pero más aún, que fue necesitado, como una droga en un
síndrome de abstinencia. Eres alguien que amó, con ese fuego que te hizo
dar el paso extra, que casi nadie da. Eres alguien muy dichoso, tan
sólo por haber experimentado eso que resulta ser el verdadero motor que
ha movido al mundo e inspirado los poemas inmortales, las canciones que
perduran en el tiempo, las obras de arte que hacen que el mundo sea más
bello. La llama que inspiró a los artistas, ya ardió en tu corazón.
Fuiste
protagonista de uno de esos momentos que se han inmortalizado en
fotografías. Esa despedida de película ya fue tuya. A ti fue a quien la
gente que caminaba alrededor, se detuvo a ver con una sonrisa en el
rostro, anhelando ese beso apasionado que te dieron en medio de la
calle, sin importar nada de lo que sucedía alrededor. A ti fue al que
extrañaron. Tú fuiste quien saboreó la melancolía de dejar a aquella
mujer (u hombre) con la promesa del reencuentro. Eras tu el dichoso, y
no aquella pareja con maletas Louis Vuitton haciendo fila en la sección
de First Class, que durante los 10 minutos que duró la espera, no se
dirigió la palabra, ni siquiera la mirada y no digamos una caricia.
Ellos no sintieron la necesidad del contacto físico. No querían ese
último beso que cada vez que se daba se convertía en penúltimo, pues
tenía que haber uno más. Ellos no fueron los que sintieron el olor de la
otra persona aun impregnado en la nariz, como dichoso resabio de una
noche entera fundidos en abrazos y caricias. Ellos no hicieron eso
nunca. Tú lo hiciste anoche. Y por eso eres casi único. Anoche
consumiste más pasión, que la que mucha gente no saboreará en toda su
vida. No importa entonces, que pasará mañana.
Ya
podrías irte en paz en cualquier momento. Entre tú y ese alguien más,
ya hicieron que dos vidas, entre millones, valieran la pena."(Miguel Ángel Valdez)
La pregunta que dibuja mi cabeza ataca con firmeza cual sable de doble filo: ¿Todo lo que nosotros vivimos, ha valido la pena?
La pregunta que dibuja mi cabeza ataca con firmeza cual sable de doble filo: ¿Todo lo que nosotros vivimos, ha valido la pena?
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