Historias miles vi pasar; muchas de las cuales no comprendí y aún no comprendo. Ese sentimiento que te envuelve cuando pierdes una partida de ajedrez y torturas a tu cabeza tratando de entender dónde te equivocaste. ¿Habrá sido acaso aquel Alfil que con tanta osadía cruzo el tablero sin ver que las dos Torres contrarias acechaban por ambos bandos? ¿O talvez el torpe movimiento en retroceso que mi Rey realizó, todo por temor a morir antes de tiempo?
Muchos cometemos errores, somos humanos. Sin embargo, hay varios que hacen de esa premisa el pan diario de cada día. A suerte de excusa, abusan de su condición humana errática sin saber que la aspiración a la divinidad perfecta forma la primera pieza en el tablero de nuestra evolución.
¿Cuándo fue la última vez que volviste a cometer el mismo error obviando la lección ya aprendida? Podría apostar a que fue en las últimas 24 horas. ¿O me equivoco? Es normal sentirse un campeón ---o una campeona--- después de haber olvidado al "ex" que tanto nos torturaba; o, en otro escenario, también ligado al anterior, pensemos haber llegado a la cima del mundo al haber completado meses de ejercicio viendo los resultados plasmados en miradas agradables que devoran nuestra humanidad. Sin embargo, en las últimas 24 horas fuimos nosotros los que devoramos una hamburguesa barbeque y bebimos alcohol; o fuimos nosotros los que le dimos like a la fotografía del ex (en caso hayan quedado como "amigos") con la pareja actual, los que le mandamos un mensaje con un dubitativo "¡hola!" o hicimos cualquier comentario "neutral" o "sin intenciones" en alguna de sus publicaciones en las redes sociales. Podrían argumentar al respecto lo siguiente: "¡yo no hice nada de lo que escribiste! Esa es una historia de mi pasado que no vuelvo a tocar jamás." Pero, ¿acaso no comparamos el pasado con el presente? Sólo nosotros conocemos la enredadera de ideas y sentimientos que existen en nuestra cabeza.
La idea es no ser un renegado del pasado y formar parte del Programa de Protección de Testigos de nuestra vida. Sí, fuimos testigos de varios crímenes a nuestros ideales, a nuestro corazón. Y, ¿tienes idea de quién es el culpable? Así es, nosotros mismos. En consecuencia, no huyas de tu pasado, no trates de protegerte de aquél que te hizo daño ---que, repito, fuiste tú--- y disfruta cada uno de los segundos de vida que tienes, ellos no vuelven. No dependas de tu pasado, utilízalo para vivir mejor y crear un futuro brillante. No tenemos sólo 12 o 15 rounds, tenemos miles que se agotan cuando nuestro último respiro se agota también. No obstante, recuerda: no importa la cantidad de asaltos que tengas, lo verdaderamente importante es ganar por knock-out la mayoría de ellos.
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