Porque cada experiencia enriquece nuestro conocimiento;
y cada letra encierra una gota distinta del caudal de sentimientos que tiene un escritor.

sábado, 4 de febrero de 2017

NÓMADA



La vida me enseñó que el camino no está siempre dicho, que las huellas no siempre dicen por dónde hemos ido. El factor de reacción es el sentimiento que nos mueve lentamente del colchón, y de vuelta hacia él. Amor o pasión, deseo u obsesión. Lo que quieran llamarle. Al final llegan a ser sólo claros eufemismos nada más. Máscaras de piel y de algodón.

Cada nota en la guitarra que nunca aprendí a tocar, cada palabra de aquellos versos que nunca aprendí a crear, todas forman parte del círculo interminable de vicios y adicciones que con los libros y con sus labios adquirí.

¿Es posible viajar sin equipaje? Puedo afirmar que no. Nadie se lanza al otro lado del mundo llevando sólo lo que trae puesto. Necesitas algo, una prenda, un cepillo de dientes, un sueño, que te recuerde claramente de dónde vienes y te dé una pista hacia a dónde vas. Y así, me puse a pensar en todo el equipaje que llevo en las espaldas a cada uno de mis destinos que hasta el día de hoy se hacen infinitos. Es como hacer un recorrido por cada capital en cada uno de los siete continentes de este mundo variopinto.

No tengo cualidad de sedentario. Me enamora viajar y viajando me he enamorado. Nómada en toda la extensión de la palabra y su sentido. Es ya casi imposible que me asiente en un solo sitio. Es complicado entender el porqué en cuanto me gusta más de la cuenta, en cuanto me enamoran sus bosques y playas, me marcho del último destino al que voy. ¿Cobardía? No. Es solamente mucho más amor por seguir viajando. Quizás muera en mi intento de encontrar la ciudad perfecta, el clima ideal y la vista que quiero grabar en mis retinas por el resto de mis días.

Aunque no lo crean, es triste sentir que después de viajar tanto, no perteneces a ningún sitio. Triste saber que ya ni el whisky sabe igual después de tantos años. ¡Al carajo! Si aquella 500 noches de Sabina, yo las vivo día a día; sin importar que esté volviéndome aún más loco de lo que ya estoy, derrochando, poco a poco, el dinero, la vida y los sentimientos.